SILVIO PINTO
La tecnología bien empleada siempre será de ayuda, pero mal entendida puede operar en sentido contrario. Veamos unos ejemplos.
Un salto generacional en la vida de un camión supone a veces un cambio en el manejo del vehículo. En otras ocasiones, el cambio de ciclo, que suele producirse cada dos décadas, es menos perceptible porque a lo largo de la vida comercial de un vehículo se han podido ir implementando las nuevas tecnologías según hacían acto de aparición.
En cualquier caso, no es difícil que el conductor «peque» en un principio de exceso de confianza en la nueva tecnología: O bien todo lo contrario: que se muestre especialmente escéptico sobre la misma. A continuación vamos a ver los tres errores más habituales que hemos observado en algunos conductores que conducen un camión con algunas soluciones de última generación, pero precisamente desde el punto de vista de la confianza (desmedida o insuficiente) en las nuevas tecnologías:
- DESCONFIANZA EN LOS SISTEMAS DE CONTROL DE VELOCIDAD PREDICTIVO
Los sistemas predictivos de última generación son de fiar. Cuando digo “última generación” me refiero a aquellos posteriores a las “primeras remesas”. Esta tecnología supuso una gran ayuda para el conductor desde su nacimiento, pero su primera madurez la ha alcanzado a partir de su segunda generación, con la inclusión de nuevos parámetros que han supuesto un nivel de eficiencia difícilmente superable por un conductor en el acumulado de una jornada completa de trabajo.
La pericia del conductor está ahora seleccionar el programa más adecuado a las necesidades del transporte, de la ruta y del vehículo pero, una vez elegido, la electrónica (que está al margen de la fatiga) será infalible en la selección de la relación de cambio y régimen más adecuado para cada situación.
- EXCESO DE CONFIANZA EN LOS SISTEMAS DE CONTROL DE VELOCIDAD PREDICTIVO
Parece que estamos contando ahora lo contrario, pero en realidad no es así. Podemos confiar plenamente en las decisiones que tomen los sistemas predictivos más modernos pero sin perder de vista que, de momento, no están capacitados para anticipar desvíos de la ruta principal, obras, accidentes, condiciones climatológicas que requieran un cambio de estrategia, etc. Así que conviene tener claro que en esas situaciones ha de ser el conductor el que tome el mando.
- NO REALIZAR UNA REVISIÓN DEL VEHÍCULO ANTES DE INICIAR LA JORNADA DE TRABAJO
Es cierto que el nivel de información del estado del vehículo que nos proporciona el propio vehículo alcanza en la actualidad unos niveles que hace unos años podían parecer de ciencia ficción. Tenemos acceso a un montón de datos mediante las pantallas de los cuadros de instrumentos y de la consola central, e incluso en nuestro móvil, con la app correspondiente.
Algunos mandos de aperturas de puertas van más allá, y permiten chequear las luces del camión sin necesidad de acceder a él. No solo conocemos si la carga de los neumáticos son correctas, sino que los ordenadores más avanzados nos muestran las presiones de cada uno de ellos, así como la distribución de la carga por eje, “todo bajo control” aparentemente. Ese superávit de datos puede producir una “falsa” sensación de control total. Falsa por incompleta.
El visto bueno de la electrónica ha de ir acompañado por el del buen profesional. Es su cometido asegurarse de que no existe ningún elemento extraño entre las ruedas gemelas ni en la banda de rodadura de los neumáticos, comprobar que el desgaste en uniforme en todas ellas, que las tuercas están en orden, y que no existen fugas en los cubos de los ejes. Tampoco notificarán las cámaras del vehículo (aunque disponga de formato 360º) de pequeñas roturas de lona, ni del estado de las cartolas, cinchas o incluso de la carga y su adecuada estiba.